La bioestimulación es una técnica propia de la medicina estética consistente en inyectar en la piel diferentes fármacos y sustancias para mejorar la función de los fibroblastos dérmicos, es decir, activar la síntesis de proteínas (colágeno y elastina), la replicación y la producción de componentes de la matriz extracelular (MEC, conjunto de moléculas y proteínas que sirven de sostén a células y tejidos) y la biorrevitalización es una terapia comúnmente utilizada para mejorar la calidad de la piel mediante la inyección intradérmica de ácido hialurónico (AH), solo o agregado a otras moléculas, en este caso, el AH no está destinado a rellenar arrugas o proporcionar volumen, sino a lograr la optimización de la MEC. El objetivo es buscar una sinergia con los tratamientos.
Una de las claves para que la piel se mantenga en perfecto estado es garantizar su hidratación. Debido a su capacidad para retener el agua, el ácido hialurónico es un poderoso humectante que ayuda a mantener la piel hidratada y flexible.
Usado adecuadamente y dependiendo del tipo y del grado de reticulación permite hidratar, hacer rellenos de forma segura, aportando volumen y un alto nivel de reestructuración de la piel del rostro respetando su aspecto y proporciones para no perder la naturalidad.
Los factores externos que afectan a la velocidad del envejecimiento cutáneo se deben principalmente al estrés oxidativo que causan con el trascurso del tiempo y que es la liberación de moléculas llamadas radicales libres en el organismo. En circunstancias normales, son capturados y neutralizados por los antioxidantes de la piel; esta capacidad disminuye con el tiempo y el resultado es el daño a todos los componentes de la célula cutánea con la consiguiente incapacidad de las células para mantener su integridad y función. El estrés oxidativo se acelera y desencadena por diversos factores relacionados con el estilo de vida. De todas las causas extrínsecas, la que tiene más efectos negativos documentados sobre la piel es la exposición a la radiación ultravioleta. Las medidas a tener en cuenta para la prevención son: dieta saludable, proteger la piel del sol, hidratar adecuadamente la piel, practicar ejercicio regularmente, evitar el tabaco y utilizar productos cosméticos o tratamientos médicos-estéticos específicos.
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